domingo, 2 de octubre de 2011

HONOR.



Donde termina mi vocación,
se cristaliza mi honor,
el verbo supremo nos legó esa creación humana,
dentro de la espesa niebla del dolor,
como el lienzo de nuestras vivencias,
al vasto universo del amor.

Vestigios de vilipendio, azote, humillación y violencia,
más allá del llano de la armonía,
acrecen con dolor  y miseria,
pasan los instantes,
el tiempo  al asedio,
la dificultad yace timorata,
construyendo sueños de esperanza.

Al fin la victoria a candor,
preconiza la rudeza del valor,
esa intuición rebelde y al eco de angustia,
evocamos el honor,
que parodia, fluye nuestra conciencia,
tal como Montaigne, atinó: "de preferencia
debe perderse el honor a la conciencia",
en sumo, ... ese valor digno del ser humilde,
telar de la intrepidez,
nos hala indómitos al honor, bella virtud,
rosal del recuerdo,
estoy contigo, ... honor,
solo te das a ti mismo el honor de quien nada,
ni nadie te ha de despojar.

Honor, noble legado de la más recóndita fantasía,
ni débiles, ni escorzos impedirán,
la exaltación de su sublimidad,
en el hombre justicia, intrepidez, bondad y amor,
en la mujer dulzura, paciencia, honestidad  y fidelidad,
designio de promisión,
honor en nuestra vida.

Obra: Poesía en Cuartillas 1996.
Autor: Luis H. Monsalve.